El déficit en la Función Ejecutiva en el Autismo cada día adquiere
mayor relevancia en el autismo, forma parte de una tríada de aspectos
que se ven afectados en el autismo, tales como la Teoría de la Mente, la
Coherencia Central y la Función Ejecutiva. Estos tres aspectos,
infieren de forma negativa en el proceso de aprendizaje, de comunicación
y de socialización de la persona con autismo. Y aunque hoy son tomados
muy en cuenta, junto con el desarrollo de la comunicación y los
trastornos sensoriales, no son excesivamente conocidos más allá del
mundo profesional. Y sin embargo, inciden de forma directa y negativa en
la calidad de vida de la persona. Pero en el caso de la Función
Ejecutiva (FE) no hablamos de algo exclusivo de los Trastornos del
Espectro del Autismo (TEA), también es algo que incide en la vida de las
personas con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad
(TDAH).
En los últimos 20 años se han desarrollado innumerables
trabajos que nos hablan del papel que los lóbulos frontales del cerebro
tienen en el control de los procesos cognitivos, así como en el
aprendizaje, los aspectos cognitivos y el razonamiento. Es decir, en los
lóbulos frontales se desarrollan los procesos ejecutivos o supervisores
de la conducta. Y esto está relacionado con la llamadas Funciones
Ejecutivas. También es cierto que a pesar de que hay un sinnúmero de
trabajos que nos hablan de estos aspectos, siguen existiendo
determinadas lagunas, cuestiones relacionadas con la neurofisiología y
neurobiología de las FE. Recientes trabajos, relacionados con los
aspectos corticales del cerebro, nos hablan de que alteraciones
fisiológicas pueden estar implicadas en el desarrollo correcto de
determinados procesos que infieren en la comprensión y por tanto en las
conductas. Pero conseguir hilvanar aspectos de las teorías psicológicas
con modelos de neurofisiología y neurobiología no es una cuestión
baladí, estamos actualmente -y gracias a la nueva tecnología y los
avances en neurociencia- empezando a comprender la conexión entre
aspectos conductuales -descritos desde la bis psicológica- y aspectos
relacionados con la arquitectura cerebral. Y el siguiente paso será por
tanto conectar estos dos puntos con la genética. De forma que podamos
descubrir qué funciona mal a nivel genético para poder asociarlo con los
errores en la arquitectura y que vengan finalmente a demostrar lo que
desde la psicología se viene afirmando hace tiempo. Una labor ímproba
sin duda.
“La teoría de la disfunción ejecutiva se ha
convertido en uno de los principales tópicos de investigación en el
estudio del trastorno del autismo desde que Judith Rumsey (1985)
demostrase empíricamente la existencia de dicha alteración en personas
con autismo. Probablemente la cuestión más importante que trata de
abordar esta hipótesis es la explicación de ese deseo obsesivo de
invarianza descrito por Leo Kanner (Kanner y Eisenberg, 1956) y que
constituye un criterio esencial para el diagnóstico actual del cuadro
(DSM IV,1994). No obstante, las posibles relaciones entre el déficit
disejecutivo y otros síntomas nucleares del síndrome continúan siendo
objeto de debate (cfr. Russell, 1997)” (Sic) (1)
¿Pero qué es
en realidad la Función Ejecutiva? Hay varias descripciones, que nos
sirven para poder entender de forma simple qué son, y por tanto cómo
afectan en el día a día de la persona con TEA y con TDAH. Veamos las más
relevantes:
“El Trastorno del Espectro del Autismo como
alteración de la Función Ejecutiva. En relación con el TEA, Fisher y
Happé (2005) plantean que los fallos que presentan quienes lo padecen,
se deben principalmente a alteraciones del lóbulo frontal. Estas
anormalidades están relacionadas específicamente con las funciones
ejecutivas, entendidas como el conjunto de procesos encargados de la
generación, monitorización y control de la acción y el pensamiento.
Asimismo, incluyen aspectos asociados a la planificación y ejecución de
comportamientos complejos, procesos de memoria de trabajo, y control
inhibitorio (García & Muñoz, 2000; Ibañez, 2005). Otros autores como
Papazian, Alfonso y Luzondo (2006) definen la función ejecutiva como
los procesos mentales que se llevan a cabo para la resolución de
problemas internos y externos; siendo los problemas internos el
resultado de la representación mental de actividades creativas y
conflictos de interacción social, comunicativos, afectivos” (Sic) (2)
“…es el constructo cognitivo usado para describir conductas dirigidas
hacia una meta, orientadas hacia el futuro, que se consideran mediadas
por los lóbulos frontales. Incluyen la planificación, inhibición de
respuestas prepotentes, flexibilidad, búsqueda organizada y memoria de
trabajo. Todas las conductas de función ejecutiva comparten la necesidad
de desligarse del entorno inmediato o contexto externo para guiar la
acción a través de modelos mentales o representaciones internas”
(Ozonoff, Strayer, McMahon y Filloux, 1994, p. 1015)
“Todas
aquellas actividades mentales autodirigidas que ayudan al individuo a
resistir la distracción, a fijarse unas metas nuevas mas adecuadas que
la respuesta inhibida inicial y a dar los pasos necesarios para
alcanzarlos” ( Burkley, 1997)
“La hipótesis psicológica de la
disfunción ejecutiva desempeña un papel crucial para explicar el
fenotipo conductual de las personas con trastornos del espectro autista
(TEA), relacionada también con otras hipótesis como el déficit en teoría
de la mente o la hipótesis de la coherencia central débil. Sin embargo,
ninguna de estas hipótesis son mutuamente excluyentes y los
comportamientos que tienen su origen en alguna de esas tres hipótesis
están también moldeados y mantenidos por otros procesos y factores.
…
Se han propuesto distintas teorías cognitivas para tratar de entender
el funcionamiento psicológico de los TEA; es decir, de la posible
relación existente entre su funcionamiento cerebral y su conducta. Una
de las más conocidas es la hipótesis del déficit en teoría de la mente”
(Sic) (3)
“Las funciones ejecutivas engloban un amplio conjunto
de funciones de autorregulación que permiten el control, organización y
coordinación de otras funciones cognitivas, respuestas emocionales y
comportamientos. Al igual que sucede con el término inteligencia, la
definición del constructo de funciones ejecutivas se ha caracterizado
por una notable falta de consenso entre los expertos, debido a que
constituye un fenómeno complejo difícil de definir conceptualmente. Así
Lezak concibe las funciones ejecutivas como funciones reguladoras del
comportamiento humano, necesarias para formular metas, planificar la
manera de lograrlas y llevar adelante el plan de manera eficaz. Duncan
define las funciones ejecutivas como las habilidades necesarias para
mantener un conjunto de estrategias de soluciones de problemas, con el
fin de alcanzar una meta. Tirapu et al proponen que el concepto
funciones ejecutivas hace referencia a la capacidad de hallar soluciones
para un problema novedoso llevando a cabo predicciones de las con-
secuencias a las que nos puede llevar cada una de las soluciones
imaginadas” (Sic) (4)
¿Y en qué medida afectan a la persona?
Según Rusell los aspectos de la función ejecutiva que presentan alteración en el autismo son:
Planificación estratégica de alto nivel
Planificación motora a bajo nivel
Alternancia entre categorías
Alternancia de la atención visual
Generación de acciones nuevas y aleatorias
Mantenimiento de una regla en la memoria de trabajo a la vez que se inhibe una respuesta prepotente
Monitorización del feedback negativo
Memoria de trabajo
Monitorización del resultado visible de las acciones
Discriminación de las propias acciones frente a las de los demás en el recuerdo
Según Francisco Javier Sainz Alonso y Juan Fernando Adrover
(Universidad Autónoma de Madrid), éste déficit implica que se dé el
siguiente cuadro:
Problemas con tareas de organización.
Atención a aspectos irrelevantes en la realización de una tarea.
Problemas con pensamiento conceptual y abstracto.
Literalidad en la comprensión de enunciados en tareas.
Dificultades con el cambio de entorno de la tarea.
Falta de iniciativa en la resolución de problemas.
Falta de transferencia de conocimiento nuevo aprendido.
Falta de sentido de lo que se está haciendo.
Para García Molina et al el impacto del déficit en la FE en la infancia
se resume así: “El desarrollo de las funciones ejecutivas durante la
infancia y la adolescencia implica el desarrollo de una serie de
capacidades cognitivas que han de permitir al niño:
mantener información, manipularla y actuar en función de ésta;
autorregular su conducta, logrando actuar de forma reflexiva y no impulsiva;
y adaptar su comportamiento a los cambios que pueden producirse en el entorno.
Durante los primeros años de vida, nuestra conducta está a merced de
estímulos ambientales accidentales. En lugar de actuar, reaccionamos.
Sin embargo, en edades tempranas ya es posible observar en el niño
conductas que sugieren que algunas de las capacidades cognitivas que
integran las funciones ejecutivas han iniciado su desarrollo, si bien a
esta prematura edad el control ejecutivo es aún muy frágil y precario.
Se alcanza una capacidad ejecutiva similar a la observada en el adulto
entre la adolescencia y principios de la segunda década de vida” (Sic)
(5).
Pero a su vez, este déficit infiere negativamente el los
procesos de atención del niño con TEA, y por tanto en su capacidad de
aprendizaje. Según Juan Martos podemos definir los procesos de atención
en los Trastornos del Espectro del Autismo de la siguiente forma:
“Atención selectiva: Es la capacidad de discriminar estímulos dentro de
conjuntos y reconocerlos y procesarlos con el mínimo error. El proceso
comienza con una fase de selección espacial y, posteriormente, con otra
basada en las características del objeto. No obstante, ambas fases
pueden coexistir simultáneamente. La atención selectiva precisa de
habilidades visuales de control y de reconocimiento.
Atención
sostenida: La atención sostenida se relaciona más bien con la capacidad
de concentración y suele estar muy condicionada por el déficit de
atención con o sin hiperactividad.
Atención dividida: Es el
tipo de proceso de atención que se produce cuando, ante una sobrecarga
estimular, se distribuyen los recursos atencionales con los que cuenta
el sujeto para solucionar o enfrentarse con una tarea compleja.
Atención conjunta: Se refiere a la capacidad que tienen las personas de
coordinar su atención con otra persona en relación con un objeto o una
situación. Esta capacidad comienza a emerger durante el sexto mes de
vida y se manifiesta en distintos tipos de conducta” (Sic) (6).
La Torre de Hanoi
Como hemos visto, el déficit en las Funciones Ejecutivas responde a un
cuadro común en los TEA y el TDAH. Tal y como Christopher Gillberg
afirma, el 80 % del trabajo con el niño con autismo no se centra
realmente en el autismo, sino en los problemas correlacionados o
comórbidos que presenta. Esto obviamente si mantenemos la actual
definición diagnóstica del autismo. Vemos por tanto como además del
déficit de la comunicación, nos encontramos con otros molestos
compañeros de viaje que asociados al autismo nos crean cuadros que
impactarán en mayor o menor medida en el niño en función de la severidad
de cada uno de estos compañeros, siendo estos la Teoría de la mente, la
Coherencia Central Débil, el Trastorno del Procesamiento Sensorial,
Epilepsia, Hiperactividad, el déficit en la Función Ejecutiva, …, que
combinados con los problemas de comunicación generan un cuadro que es de
sobras conocido para los lectores de Autismo Diario. A lo largo del
tiempo hemos ido desgranando poco a poco cada uno de estos aspectos, y
ahora vemos como el trabajo se convierte en algo multidisciplinar y
absolutamente variable de un niño a otro.
El problema en el
adecuado procesamiento, que el déficit de la Función Ejecutiva produce
en el niño, nos lleva a tener que enfrentar problemas a la hora de
resolver determinados sucesos de la vida diaria. Uno de los modelos que
se suele usar para entender el déficit de la Función Ejecutiva es la
solución a la Torre de Hanoi (es un ejemplo del método de resolución de
problemas basado en casos particulares con números pequeños), resolver
este pequeño problema implica una anticipación y planificación de
acciones futuras que nos darán un determinado resultado. Realmente es
sencillo en la versión de tres pilares, pero para muchos niños con TEA
este sencillo juego se convierte en algo extremadamente complejo de
resolver.
Podríamos entenderlo desde el ejemplo de las llaves.
Imaginemos que nos dan un manojo de llaves para abrir una puerta,
obviamente la primera vez iremos probando llave a llave hasta dar con la
correcta que abre la puerta. Pero la segunda vez, iremos directamente a
por la llave adecuada. En el caso que nos ocupa, el niño tendría que
probar todas las llaves una y otra vez, sin entender claramente el
porqué de esta situación, ni porqué algunas abren la puerta y otras no.
Es como si el modelo de jerarquía de decisiones no funcionase
adecuadamente y no grabase las soluciones a problemas, de forma que cada
vez hay que afrontar el mismo problema una y otra vez. Es habitual que
muchas familias de niños con TEA de alto funcionamiento y de niños con
TDAH informen que cuando los mandan a su habitación para que recojan sus
pertenencias, ordenen todos sus juguetes, se quiten la ropa, la guarden
en el armario y luego se pongan el pijama, 15 minutos después se
encuentran al niño sentado en la cama con la misma ropa con la que subió
y sin haber hecho nada de lo que se le encargó. Aquí combinamos una
sucesión de instrucciones largas y que no han sido adecuadamente
retenidas o comprendidas, un problema en la ejecución correcta de las
instrucciones y por tanto un bloqueo absoluto. En muchas ocasiones, el
niño, sencillamente hace otra cosa, sube a su cuarto y se pone a jugar.
Bien, no son malos niños que quieren fastidiarnos el día, es que
sencillamente se quedaron en lo de “ves a tu habitación”, quedándose el
resto de las instrucciones en una bla bla bla que no ha sido
adecuadamente procesado. Sin embargo, si el niño tiene una serie de
pautas visuales, le será más fácil llevar a cabo la secuencia de
órdenes, ya que la estructuración que le hemos dado a través de la
secuencia sí le es fácil de llevar a cabo. Es decir, le dimos una
herramienta para suplir esa carencia. Esto es algo habitual en el
autismo, donde usamos secuencias temporales asociadas a pictogramas.
Como hemos visto este déficit en la capacidad de resolución de
problemas, anticipación de acciones, planificación,…, genera una serie
de dificultades al niño en el día a día. Existen múltiples estrategias
para abordar este déficit, y una gran cantidad de ellas se aplicarán en
el ámbito familiar y escolar. Es por tanto importante que tanto
familiares como profesionales de la educación conozcan estas estrategias
y técnicas.
Fuente: Facebook Autismo Diario
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