jueves, 15 de mayo de 2014

Una breve historia del autismo

Antes del siglo XX, el diagnóstico del autismo era inexistente. A aquellas personas que tenían lo que actualmente se denomina autismo se les diagnosticaba otro trastorno: normalmente esquizofrenia juvenil o retraso mental. Por este motivo, los niños autistas solían ser internados en una institución.
imagesCAC1EGAXEugen Bleuler, un psiquiatra suizo, introdujo por primera vez el término autismo en 1911, basado la palabra en el griego autos, que significa «uno mismo». Sin embargo, Bleuler no utiliza el término para describir a las personas que actualmente identificaríamos como autistas, sino que lo aplicaba a las personas con esquizofrenia que mostraban un retraimiento extremo de la vida social.

Varias décadas antes de que Bleuler acuñara el término, se dio un nuevo significado al término autismo.  A finales de los años treinta, un psiquiatra de origen austriaco llamado Leo Kanner empezó a realizar un estudio específico sobre once niños en el Johns Hopkins Hospital de Baltimore, Maryland.  Esto culminó en el artículo clásico de Kanner de 1943, «Alteraciones autistas del contacto afectivo», en el cual describía a los niños de su estudio diciendo que tenían «un aislamiento autista extremo».  Un año más tarde, Hans Asperger, un pediatra austriaco que trabajaba independientemente de Kanner, publicó «Psicopatía autista en la infancia».
En su artículo, Hans AspergerAsperger describía a varios niños que, aunque diferían en algunos aspectos de los pacientes observados por Kanner, compartían la característica de que parecían mostrarse distantes y no interesados en las otras personas.

A pesar del hecho de que ni Kanner ni Asperger tuvieron acceso a la tecnología médica de la actualidad, sus observaciones son fundamentales para el campo del autismo hoy en día.  Ambos médicos creían que los niños que ellos estudiaban sufrían un trastorno subyacente.  Lo más interesante eran las características del comportamiento autista que los dos médicos describían.

Estas incluían:

Aislamiento autista.
Es decir, una tendencia a quedarse fijados en una actividad estereotípica «repetitiva», dejando fuera cualquier cosa del mundo exterior, tanto una persona como una situación.

Esta separación de uno mismo del resto del mundo es la piedra angular de lo que  se denomina autismo.  De hecho, en la época en que Kanner y Asperger estaban escribiendo esto, muchos niños autistas eran considerados inicialmente sordos porque parecían estar completamente abstraídos de los sonidos que había a su alrededor.


Una preferencia por las cosas frente a las personas.
Los niños autistas ignoran y evitan a las personas que hay a su alrededor, incluidos sus padres.  De hecho, parecen considerar a las personas como «cosas» que deben ser ignoradas o con las que hay que tratar, pero sin ningún apego emocional.


Dificultades con el lenguaje, las cuales pueden adoptar una variedad de formas. 
Algunos niños con autismo no hablan tan pronto como los niños típicos.  Algunos no hablan hasta los tres años de edad, y unos pocos, no lo hacen hasta el final de la adolescencia.  Algunos niños empiezan a balbucear a tiempo y luego hacen una regresión al utilizar una forma de lenguaje llamada ecolalia, en la cual repiten todo lo que la otra persona acaba de decir, o parte de ello.  Muchos nunca utilizan el pronombre de primera persona «yo», sino que, en lugar de eso, se refieren a sí mismos como «tú».  Por ejemplo, un niño autista podría declarar, «Tú quieres un caramelo», cuando lo que quiere decir es «Yo quiero un caramelo».  En la mayoría de los casos, son las dificultades con el lenguaje las que, inicialmente, hacen que el niño autista llame la atención.


Comportamiento ritualista y obsesivo, el cual puede adoptar una variedad de formas. 
Con frecuencia, una vez que una acción es llevada a cabo de una determinada forma, el niño autista insistirá en que siempre se realice de la misma forma.  En otras palabras, estos niños insisten en la «igualdad repetitiva». Por ejemplo, cuando un niño viaja del punto A al punto B, puede insistir en que siempre se tome la misma ruta que se utilizó la primera vez que fue de A a B.  Incluso los cambios más mínimos pueden tener sistemas especiales para ordenar sus objetos favoritos.


Una intolerancia a los ruidos fuertes, a algunos movimientos y a otros estímulos sensoriales específicos. 
Se sabe que los niños autistas tienen miedo a los ascensores, los aspiradores, los juguetes mecánicos, al agua que corre e incluso al viento, y sienten pánico cuando estas cosas están presentes.  Kanner, quien fue el primer en percibir este fenómeno, creía que el problema era causado, no por el ruido o el movimiento en sí mismo, sino por su intrusión en el aislamiento del niño.  Desde entonces, se han ofrecido otras interpretaciones.


Proezas de memoria destacables y otras habilidades mentales inusuales.
Aunque esto no se aplica a todos los niños autistas, algunos niños con este diagnóstico tienen una memoria asombrosa para cosas específicas, como poemas o trivialidades sobre deportes; son capaces de realizar cálculos matemáticos que bordean la genialidad; tienen habilidades musicales asombrosas o exhiben otros talentos extraordinarios.


No sonreían durante sus primeros años de vida, y a veces posteriormente tampoco, y carecen de expresión facial cuando hablan.
Leo KannerKanner informó por primera vez que muchos niños autistas no sonríen y que su habla no suele ir acompañada de expresiones faciales o gestos.  Nuestras propias observaciones han mostrado que algunos niños a los que más adelante se les diagnosticó autismo no sonreían en lo absoluto cuando eran bebés.  En ocasiones, esto se debe a una forma de parálisis llamada boca de Moebius.

Es importante señalar que tanto Kanner como Asperger comentaron que podía haber una relación entre el autismo y la esquizofrenia, pero estuvieron de acuerdo en que son trastornos distintos.  La diferencia más significativa entre los dos trastornos es que incluso la aparición más temprana de esquizofrenia es presidida por al menos dos años de desarrollo normal, mientras que los niños autistas muestran evidencias de su trastorno desde el inicio de sus vidas.  Por este motivo, es posible detectar el autismo bastante pronto en los primeros meses de vida.

Quizás, al principio, debido a la Segunda Guerra Mundial, los hallazgos de Kanner y Asperger generaron poca respuesta.  Pero durante los años setenta y ochenta, unas cuantas personas «Lorna Wing, Michael Rutter, William Condon, Uta Frith y Edward Ornitz, por nombrar solo algunas» exploraron todavía más la naturaleza del autismo, buscaron sus causas e idearon métodos de tratamiento.  Para cuando Leo Kanner falleció en 1981, sus descubrimientos, así como los del otro pionero, Hans Asperger, ya eran conocidos mundialmente, y el autismo era reconocido como un diagnóstico válido.



info vía [¿Tiene autismo tu bebé] por Philip Teitelbaum & Osnat Teitelbaum │imagen vía Wikipedia.



Fuente: http://autismoamor.com/el-autismo-no-es-un-trastorno-nuevo/#.U3Wc4ig-dgh

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