Algunos días parece que lo único previsible sobre el autismo es lo
imprevisible. El único atributo consistente – lo inconsistente. Pocos
refutan que el autismo es desconcertante, incluso para quienes pasan la
vida inmersos en él. Es posible que el niño con autismo luzca “normal”
pero su conducta puede dejarnos perplejos y resultar difícil.
En una
época el autismo se consideraba un trastorno “incurable”, pero esa
noción se viene desmoronando frente a un cuerpo de conocimientos que
aumenta permanentemente. Todos los días las personas con autismo nos
demuestran que pueden superar, compensar y de una u otra forma lidiar
con muchas de las características más desafiantes del autismo.
Informar a las personas que se relacionan con nuestros niños sobre los
elementos básicos del autismo tendrá tremendo impacto en sus
posibilidades de enrumbarse hacia una adultez productiva e
independiente.
El autismo es un trastorno extremadamente
complejo pero para efectos de este artículo, resumiremos sus múltiples
características en cuatro áreas fundamentales: dificultades en
procesamiento sensorial; retrasos y dificultades de habla/lenguaje; las
elusivas destrezas de interacción social; aspectos de autoestima. Y a
pesar de que estos cuatro elementos pueden caracterizar a muchos niños,
tenga presente que el autismo es un trastorno de espectro: no hay dos (o
diez o veinte) niños con autismo que sean idénticos. Cada niño se
ubicará en un punto diferente del espectro. E igual de importante: cada
padre, maestro y cuidador se ubicará en un punto diferente del espectro.
Sea niño o adulto, cada persona tiene necesidades únicas.
Siguen 10 cosas que todo niño con Autismo quisiera que supieras…
1. Ante todo, soy un niño. Tengo autismo. No soy principalmente
“autista”. Mi autismo es solo un aspecto de mi personalidad. No me
define como persona. ¿Eres tú una persona con pensamientos, sentimientos
y muchos talentos, o simplemente gorda (con sobrepeso), miope (usas
lentes) y torpe (poco coordinada, mala en deportes)? Es posible que
esas sean las cosas que veo primero al conocerte, pero no reflejan
necesariamente quien eres como persona.
Como adulto, tú tienes
algún control sobre como te defines. Si quieres resaltar una
característica específica, lo puedes hacer. Siendo un niño, yo estoy en
desarrollo. Ni tú ni yo sabemos aún de lo que soy capaz. Definirme según
una de mis características conlleva el riesgo de establecer
expectativas muy bajas. Y si percibo que tú no piensas que “Yo sí
puedo”, mi respuesta natural será ¿Por qué intentarlo?
2.
Mis percepciones sensoriales están alteradas. Posiblemente la
integración sensorial sea el aspecto más difícil de entender en el
autismo, pero podría decirse que es uno de los más críticos. Significa
que las imágenes, los sonidos, olores, gustos y texturas del día a día
que posiblemente tú ni notes, me resulten incluso dolorosas. El propio
entorno donde vivo frecuentemente me parece hostil. Es posible que yo te
parezca retraído o agresivo pero en realidad solo intento defenderme.
Fíjate como un “simple” viaje al automercado puede ser un infierno para
mi…
Mi sentido del oído puede ser súper agudo. Docenas de
personas están hablando a la vez. El altoparlante vocifera los
especiales del día. La música retumba por los amplificadores. Las cajas
registradoras pitan y reverberan. Una máquina moledora de café resopla.
Las sierras de la carnicería chirrían, los bebés lloran, los carritos
del automercado crujen, las luces fluorescentes zumban… ¡Mi cerebro no
puede filtrar tantos estímulos y me sobrecargo!
Mi sentido del
olfato puede ser muy sensible. El pescado no está muy fresco, el señor
que espera al lado de nosotros no se ha bañado hoy, en el Deli están
regalando muestras de salchicha, el bebé delante en la cola tiene un
pañal hediondo, están coleteando unos pepinillos en el pasillo tres… ¡No
puedo lidiar con tantos estímulos! ¡Estoy a punto de vomitar!
Ya que me oriento visualmente (ver más sobre esto abajo), posiblemente
este sea el primer sentido en sobresaturarse. La luz fluorescente no
solo es demasiado brillante, sino que zumba y ronronea. Me parece que
todo el espacio palpita y me duelen los ojos. La luz parpadeante se
refleja en todas partes y distorsiona lo que veo – me parece que el
espacio está cambiando constantemente. Está el resplandor de las
ventanas, hay demasiados artículos a la vista y no puedo concentrarme,
los ventiladores del techo dando vueltas… tantos cuerpos en movimiento
permanente! Todo esto afecta mis sentidos vestibular y proprioceptivo, y
ahora ni siquiera puedo determinar la ubicación de mi propio cuerpo en
el espacio.
3. Recuerda distinguir entre “No quiero” y
“No puedo”. El lenguaje receptivo y expresivo y el vocabulario pueden
representarme retos formidables. No se trata de que No presto atención a
las instrucciones. Se trata de que
No puedo comprenderlas.
Cuando me llamas desde el otro extremo del salón, esto es lo que
escucho: *&+%$#, Billy. #$%&/%$&*… … …. En su lugar,
acércate y háblame directamente, con palabras sencillas: “Por favor, pon
tu libro en el escritorio, Billy. Es hora de almorzar.” Así me indicas
lo que deseas que haga y lo que va a suceder. Entonces será mucho más
fácil que yo cumpla tus instrucciones.
4. Soy un pensador
concreto. Esto significa que interpreto el lenguaje muy literalmente.
Me confundo mucho cuando me dices, “¡Detén tus caballos, vaquero!”*
cuando lo que quieres decir realmente es “Por favor, no corras.” No me
digas que hacer algo es “un pedazo de torta”* cuando no hay postres a la
vista y lo que realmente quieres decir es “Esta tarea te resultará muy
fácil.” Cuando me dices que “llueven gatos y perros,”* yo busco los
gatos y los perros. Solo dime, “Está lloviendo muy duro.” (*Nota
editorial: Expresiones figuradas, coloquiales en Estados Unidos).
Las frases idiomáticas, los juegos de palabras, los matices, los dobles
entendidos, las inferencias, las metáforas, las alusiones y el sarcasmo
se me escapan.
5. Ten paciencia con mi escaso
vocabulario. Me es difícil decirte lo que necesito cuando no conozco las
palabras para describir mis sentimientos. Puede que tenga hambre, que
me sienta frustrado, atemorizado o confundido pero en estos momentos
esas palabras están más allá de mi habilidad de expresarme. Debes estar
alerta a mi lenguaje corporal, a mi retraimiento, agitación u otras
señales de que algo anda mal.
O, al contrario, es posible que
te suene como un “pequeño profesor” o un actor de cine, refiriendo
palabras o guiones completos más allá de mi edad de desarrollo. Estos
son mensajes que he memorizado de mi entorno para compensar mis déficits
de lenguaje porque sé que se supone que responda cuando me hablan. Es
posible que los haya aprendido en los libros, la televisión, o
escuchando el lenguaje de otras personas. Esto se llama “ecolalia.” No
necesariamente comprendo el contexto o la terminología que estoy
empleando. Solo sé que me saca de apuros cuando debo responder.
6. Ya que el lenguaje me resulta tan difícil, me oriento mucho
visualmente. Por favor muéstrame como hacer algo en lugar de solo
decírmelo. Y por favor, prepárate para mostrármelo varias veces. La
repetición consistente me ayuda a aprender.
Un cronograma
visual me ayuda mucho a lo largo del día. Como tú con tu agenda, el
cronograma me alivia el estrés de tener que recordar lo que sigue, me
facilita la transición entre actividades, me ayuda a manejar el tiempo y
a cumplir con tus expectativas.
No dejaré de necesitar un
cronograma visual a medida que vaya creciendo, pero mi “nivel de
representación” podría cambiar. Antes de saber leer, necesitaré un
cronograma visual con fotografías o dibujos sencillos. A medida que vaya
creciendo, podrían funcionar palabras y dibujos, y más adelante, solo
palabras.
7. Concéntrate y apóyate en lo que puedo hacer,
en lugar de lo que no puedo hacer. Como cualquier ser humano, no puedo
aprender en un entorno donde constantemente me hacen sentir que no estoy
a la altura y que necesito “que me arreglen.” Intentar cualquier cosa
nueva cuando estoy casi seguro de que me criticarán – sin importar cuán
“constructiva” sea esa crítica – se convierte en algo que debo evitar.
Busca mis fortalezas y las encontrarás. Hay más de una manera “correcta”
de hacer la mayoría de las cosas.
8. Ayúdame con las
interacciones sociales. Puede parecer que no quiero jugar con otros
niños en el patio, pero a veces es solo que no sé como empezar una
conversación o unirme al juego. Si animas a los otros niños para que me
inviten a jugar con ellos, es posible que me encante que me incluyan.
Funciono mejor en actividades de juego estructuradas que tienen un
inicio y un final bien definidos. No sé como “leer” las expresiones
faciales, el lenguaje corporal o las emociones de los demás, así que
agradeceré mucho que me entrenes permanentemente en las respuestas
sociales apropiadas. Por ejemplo, si me río cuando Emily se cae del
tobogán, no es porque piense que es algo divertido. Es que no se cuál es
la respuesta correcta. Enséñame a decir “¿Estás bien, Emily?”
9. Procura identificar los factores detonantes de mis estallidos.
Meltdowns, estallidos, rabietas o como quieras llamarlos son más
terribles para mi que para ti. Suceden porque uno o varios de mis
sentidos se ha sobresaturado. Si puedes determinar por qué sucede el
estallido, podría prevenirse. Mantén un cuaderno para anotar la hora, el
lugar, las personas, las actividades. Es posible que detectes un
patrón.
Recuerda que toda conducta es una forma de
comunicación. La conducta te indica, cuando mis palabras no pueden
hacerlo, como percibo algo que está sucediendo a mi alrededor.
10. Si eres un miembro de mi familia, quiéreme sin condiciones.
Elimina pensamientos como, “Si solo pudiera…” y “Por qué no puede…”. Tú
no cumpliste todas las expectativas de tus padres y no quisieras que te
lo recordaran constantemente. Yo no quise tener autismo. Pero recuerda
que es algo que me pasa a mí, no a ti. Sin tu ayuda, mis posibilidades
de alcanzar una adultez exitosa son pocos. Con tu apoyo y orientación,
las posibilidades serán mejores de lo que imaginas. Te lo prometo – yo
valgo la pena.
Y finalmente, tres palabras: Paciencia.
Paciencia. Paciencia. Esfuérzate por ver mi autismo como una habilidad
diferente en lugar de una discapacidad. Mira más allá de lo que percibes
como limitaciones y aprecia las fortalezas que el autismo me ha dado.
Posiblemente no sea bueno entablando contacto visual o una conversación,
pero te has dado cuenta que nunca miento, que no hago trampa en los
juegos, que no echo chismes de mis compañeros y no juzgo a los demás?
Es cierto que probablemente no sea el próximo Michael Jordan. Pero con
mi atención a los detalles y mi extraordinaria capacidad para centrarme,
podría ser el próximo Einstein, Mozart o Van Gogh.
La
respuesta para el Alzheimer, o para el enigma de la vida extraterrestre –
¿qué logros futuros nos esperan de los niños con autismo de hoy en día,
de niños como yo?
Todo lo que podría llegar a ser no sucederá
si no cuento contigo como plataforma. Repasa algunas de esas “normas” de
la sociedad y si no tienen sentido para mí, déjalas pasar.
Sé mi defensor, sé mi amigo, y ¡veremos cuán lejos puedo llegar! ¨
Autora: Ellen Notbohm, autora del libro Ten Things Every Child with
Autism Wishes You Knew (2012); Ten Things Your Student with Autism
Wishes You Knew (2006), Co-autora de 1001 Great Ideas for Teaching and
Raising Children with Autism or Asperger’s (2010). Publicado con la
autorización de la autora.
Traducción: Angela Couret, pasoapaso.com.ve (Venezuela)
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www.ellennotbohm.com
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