Cuando mi artículo “Diez cosas que todo niño con autismo quisiera que
supieras” fue publicado por primera vez en 2004, no hubiera podido
imaginar la respuesta. Lector tras lector escribían para decirme que
debía de ser una lectura obligada para trabajadores sociales, maestros,
padres y familiares de niños autistas. “Es justo lo que diría
mi hija si pudiera”, dijo una madre. “Cómo quisiera haber leído esto
hace cinco años. A mi esposo y a mí nos tomo mucho tiempo ‘aprender’
estas cosas”, dijo otra. Al ir acumulando respuestas, decidí que el
impacto venía del hecho que el artículo hablaba desde la voz de un niño,
una voz que no es escuchada frecuentemente. Existe una gran necesidad
(y una creciente disposición) de la población en general para entender
el mundo tal y como lo vive el niño autista. “Diez cosas que todo niño
con autismo quisiera que supieras” se convirtió en un libro en 2005 y la
voz de nuestro niño regresó en este artículo para decirnos lo que los
niños con autismo quisieran que sus maestros supieran. También tuvo
mucha popularidad y mi libro con el mismo título, se publicó en 2006.
Aquí están diez cosas que tu alumno con autismo quisiera que supieras:
1. El comportamiento es comunicación. Todo comportamiento ocurre por
alguna razón. Te dice, incluso cuando mis palabras no pueden, cómo
percibo lo que está sucediendo a mi alrededor.
El
comportamiento negativo interfiere con mi proceso de aprendizaje pero no
es suficiente solamente interrumpir estos comportamientos. Enséñame a
cambiar esos comportamientos con alternativas adecuadas para que el
aprendizaje real pueda fluir.
Empieza por creer esto: Yo
realmente quiero aprender a interactuar apropiadamente. Ningún niño
quiere la retroalimentación que destruye el espíritu que obtenemos del
“mal” comportamiento. El mal comportamiento normalmente significa que
estoy abrumado por percepciones sensoriales alteradas, que no puedo
comunicar los que quiero o lo que necesito o que no entiendo o que se
espera de mí. Observa más allá del comportamiento para encontrar la
causa de mi resistencia. Anota observaciones de lo que sucedió justo
antes del comportamiento, las personas involucradas, hora del día,
actividades, ubicación, etc. Con el tiempo puede surgir un patrón.
2. Nunca asumas nada. Sin respaldo basado en hechos, una suposición
es solamente una conjetura. Probablemente no sé o no entiendo las
reglas. Puedo haber escuchado las instrucciones pero no haberlas
entendido. Puedo haberlo sabido ayer y no lo recuerdo hoy. Pregúntate:
¿Estás seguro que realmente sé hacer lo que se me está pidiendo? Si de
repente necesito correr al baño cada vez que se me pide hacer un
ejercicio de matemáticas, tal vez no sé cómo o temo que mi esfuerzo no
sea suficiente. Acompáñame durante varias repeticiones de la tarea hasta
que me sienta capaz. Puedo necesitar más práctica que otros niños para
dominar algunas tareas.
¿Estás seguro que de verdad conozco las
reglas? ¿Entiendo el motivo de la regla (seguridad, economía, salud)?
¿Estoy rompiendo la regla por alguna causa subyacente? Tal vez saqué un
tentempié de mi lonchera temprano porque estaba preocupado por terminar
mi proyecto de ciencias, no desayuné y ahora estoy muerto de hambre.
3. Busca primero problemas sensoriales. Muchos de mis comportamientos
renuentes vienen de molestias sensoriales. Un ejemplo de esto es la
iluminación fluorescente, que ha demostrado una y otra vez ser un gran
problema para niños como yo. El zumbido que produce es muy molesto para
mi oído hipersensible, y la pulsación natural de la luz puede
distorsionar mi percepción visual, haciendo que los objetos del salón
parecieran moverse constantemente. Una lámpara incandescente en mi
escritorio reduce el parpadeo, así como las nuevas lámparas de luz
natural. Tal vez necesite sentarme cerca de ti; no entiendo lo que dices
debido a que hay demasiados ruidos “entre nosotros” (la cortadora de
pasto afuera, Jasmine susurrando a Tanya, sillas rechinando, un
sacapuntas afilando).
Pide a la terapeuta ocupacional de la
escuela, ideas para hacer un salón sensorialmente amable. En realidad,
será bueno para todos los niños, no solo para mí.
4.
Permíteme un descanso para auto-regularme antes de que lo necesite. Una
esquina del salón alfombrada, con algunos cojines, libros y audífonos me
permite tener un lugar en donde re-agruparme cuando me siento abrumado,
pero no está físicamente tan alejado para que me permita reintegrarme
al ritmo de la actividad de la clase sin problemas.
5.
Dime lo que quieres que haga de una forma positiva, más que autoritaria.
Si dices: “¡Dejaste un desorden en el lavabo!” es simplemente un hecho
para mí. No soy capaz de inferir que lo que en realidad quieres decir
es: “Por favor enjuaga tu vaso de pintura y deposita el papel en la
basura”. No me hagas adivinar o averiguar lo que debo hacer.
6. Mantén tus expectativas razonables. Esa asamblea de toda la
escuela, repleta de niños abarrotados en tribunas y un chico hablando
monótonamente acerca de una venta de dulces es incómoda y no tiene
sentido para mí. Tal vez yo estaría mejor ayudando a la secretaria de la
escuela a diseñar el boletín.
7. Ayúdame a pasar de una
actividad a otra. Me toma un poco más de tiempo planear mi cambio de
actividad. Dame un aviso cinco minutos antes y luego dos minutos antes
de cambiar de actividad y aparta algunos minutos extra al final para
compensarlo. Una carátula de reloj o un cronómetro en mi escritorio me
da pistas visuales para el momento de la próxima transición y me ayuda a
manejarlo de forma más independiente.
8. No empeores
una mala situación. Yo sé que aunque eres un adulto maduro, a veces
puedes tomar malas decisiones en el calor del momento. De verdad no
quiero perder el control, mostrar mi enojo ni interrumpir tu clase. Me
puedes ayudar a superarlo más rápido al no responder con conductas
hostiles. Toma en cuenta las siguientes respuestas que prolongan una
crisis más que resolverlas:
Subir el tono o volumen de tu voz. Yo escucho gritos y chillidos, pero no tus palabras.
Burlarte de mí o imitarme. Avergonzarme por medio de sarcasmo e insultos no va a evitar mi mal comportamiento.
Hacer acusaciones no comprobadas.
Darme un doble mensaje, no siendo congruente a tu comportamiento.
Compararme con mi hermano o con otro alumno.
Sacar a colación eventos previos o no relacionados.
Agruparme en una categoría general o etiquetarme (“niños como tú son todos iguales).
9. Critica con delicadeza. Seamos honestos; qué tan bueno eres tú para
aceptar críticas “constructivas”. La madurez y auto-confianza que
necesito para poder hacerlo puede estar muy lejos de mis habilidades
actuales.
¡Por favor! Nunca trates de disciplinarme o
corregirme cuando estoy enojado, consternado, sobre-estimulado, cerrado,
ansioso o de cualquier otra forma que tenga incapacidad emocional para
interactuar contigo.
Una vez más, recuerda que reaccionaré de igual
forma, si no es que más, a las características de tu voz que a las
palabras. Escucharé los gritos y la molestia, pero no entenderé las
palabras y por lo tanto, no entenderé qué hice mal. Habla en tonos bajos
y agáchate también, para que te comuniques a mi nivel, en lugar de una
posición amenazante.
Ayúdame a entender el comportamiento inadecuado
de forma comprensiva y enfocada en soluciones más que castigándome y
regañándome. Ayúdame a identificar los sentimientos que disparan el
comportamiento. Puedo decir que estaba enojado, pero tal vez tenía
miedo, estaba frustrado, enojado o celoso. Investiga más allá de mi
primera respuesta.
Practica o actúa conmigo (enséñame) una mejor
forma de manejar la próxima vez la situación. Un guión gráfico, un
trabajo con fotografías o una historia pueden ayudar. Prepárate para
actuarlo muchas veces. No hay formulas únicas. Y la “próxima vez” que lo
haga bien, dímelo de inmediato.
Me ayuda si tú me modelas un comportamiento adecuado al responder a las críticas.
10. Ofréceme únicamente opciones reales. No me ofrezcas una opción o
preguntes: “Quieres….” a menos que estés dispuesto a aceptar un “no”
como respuesta. Puedo contestarte un honesto “no” si preguntas: “¿Puedes
leer en voz alta?” o “¿Quieres compartir tus pinturas con Guillermo?”
Me es difícil confiar en ti cuando las opciones no son realmente
opciones.
Tú das por hecho el asombroso número de opciones que
tienes diariamente. Estás constantemente eligiendo opciones sabiendo
que, tanto tener opciones como poder elegir, te da control sobre tu vida
y tu futuro. Para mí, las opciones son mucho más limitadas, lo que hace
más difícil que sienta confianza en mí mismo. Proveerme de opciones
constantemente, me ayuda a estar más activamente entusiasmado con la
vida diaria.
Cuando sea posible, ofréceme opciones de cosas que
‘tengo’ que hacer. En lugar de decir: “Escribe tu nombre y la fecha en
la parte de arriba de la hoja”, dime: “¿Quieres escribir primero tu
nombre o la fecha?” o “¿Quieres escribir primero las letras o los
números? A continuación, enséñame cómo hacerlo: “¿Puedes ver cómo está
escribiendo Juan su nombre en su hoja?
Darme opciones me ayuda a
aprender un comportamiento adecuado, pero también necesito aprender que
hay ocasiones en que no lo puedes hacer. Cuando esto suceda, no me
frustraré tanto si entiendo el porqué;
“No puedo darte una opción en esta ocasión porque es peligroso. Puedes lastimarte.”
“No puedo darte esa opción porque sería malo para Danny (tiene efecto negativo en otro niño).
“Te doy muchas opciones pero en esta ocasión, el adulto debe elegir.”
Una última palabra: cree. Henry Ford dijo: “Ya sea que pienses que
puedes o que pienses que no puedes, usualmente estarás en lo correcto.
Cree que puedes marcar la diferencia en mí. Requiere adecuar y adaptar,
pero el autismo es una diferencia de aprendizaje indefinida .No existen
límites superiores en aprovechamiento. Puedo sentir mucho más de lo que
puedo comunicar y lo primero que puedo sentir (percibir) es si tú crees
que “lo puedo lograr”. Impúlsame me para ser todo lo que puedo ser,
para que pueda continuar creciendo y tenga éxito mucho después de haber
dejado tu clase.
© 2005, 2010 Ellen Notbohm
Ellen
Notbohm es autora de “Ten Things Every Child with Autism Wishes You
Knew, Ten Things Your Student with Autism Wishes You Knew, y The Autism
Trail Guide: Postcards from the Road Less Traveled, todos ellos
finalistas al reconocimiento “ForeWord Book of the Year”. También es
co-autora del galardonado libro “1001 Great Ideas for Teaching and
Raising Children with Autism or Asperger’s” y colaboradora de numerosas
publicaciones y sitios web alrededor de todo el mundo.
Para contactar a Ellen o explorar su obra, por favor visita: www.ellennotbohm.com . Únete a la comunidad de fans en Facebook en “Ellen Notbohm, Author.”
Traducido en su totalidad por Ari Hurtado de Molina con permiso del autor.
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